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¿Para qué trabajar Cultura de Bienestar?

  • Daniela Cifuentes
  • 14 ene 2022
  • 5 Min. de lectura

Te imaginas que los seres humanos tuviésemos un aparato o artefacto incorporado que nos permita direccionar la satisfacción, sentirnos bien, ¿y tomar decisiones que nos encaminen hacia la tranquilidad y la tan anhelada felicidad? Puede ser que, si lo tengamos, pero no sepamos usarlo, ¿qué? Sí eso, lo tenemos, pero estamos tan absorbidos por todo lo que acontece a nuestro alrededor que olvidamos tomar atención a quien realmente nos dirige: nosotros mismos. Llevamos una vida tan intensa que nos olvidamos en el camino, te lo explicamos con un ejemplo simple: es como ir de viaje, preparados, todo coordinado, programado, y olvidas tu pasaporte, ¡es lo más importante! En este transitar por la vida, estamos “conectados” con el trabajo, con el celular, con las RRSS, con infinitos lugares, pero a nuestro parecer, perdemos la conexión con nosotros, ahí comienza la verdadera desorientación y malestar.


Retomamos la analogía del “artefacto” orientador, ese artefacto puede ser la pregunta ¿Qué pasa si tengo todo y aun así no me siento bien? o, ¿Es esto, lo que quiero en mi vida? ¿Es este el lugar que quiero estar? ¿Es aquella persona con quien quiero compartir mi vida? Cada una de estas preguntas apuntan a un par de conceptos: felicidad y bienestar, y es precisamente de este último del que queremos comentarte. Ambos están muy relacionados y muy de moda, como si ambos fuesen los estados anímicos más codiciados en cada época, el outfit perfecto que viene en cada temporada. Pero al preguntarnos qué entendemos por bienestar, entramos en un bosque de múltiples caminos, difíciles de precisar, dado que hay tantas respuestas como personas en el mundo. Por esta razón es que no entraremos en esa discusión conceptual, sino más bien en aquellas dimensiones que se deben considerar para orientar un bienestar continuo.

El bienestar humano ha sido de gran interés por épocas, preguntarse por el valor de la vida y aquello que hace que merezca la pena ha sido una constante (Hervás y Vásquez, 2006), más aún en tiempos en los cuales, nos vemos afectados por una pandemia que tiene variaciones y nos dirige a comportamientos sociales extraordinarios como el confinamiento. A mediados del siglo pasado se comenzó a cristalizar un creciente interés por el análisis científico del bienestar (Seligman, 1998). Tras la devastación de la II Guerra mundial, el tema del bienestar tomó protagonismo como medida de reparar daños causados, algunos estados se propusieron impulsar políticas que promovieran el bienestar de sus ciudadanos, en este contexto surge el denominado Welfare state. Luego desde la medicina, se preocuparon no solo de reducir la mortalidad y aumentar la esperanza de vida, sino también de mejorar la calidad de vida de los pacientes y la población. Desde el ámbito sociológico comenzó un interés por sondear el bienestar de los ciudadanos, proliferando encuestas para evaluar y cuantificar el estado de bienestar de las personas.


Acorde a la perspectiva que entregan diversas bibliografías y organizaciones, entre estas la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), quien se ha preocupado por dar lineamientos factoriales para la comprensión del Bienestar humano. Las diversas miradas del bienestar apuntan aristas económicas, financieras, de calidad de vida, desarrollo, ambiente, relaciones sociales, salud física y mental. No obstante, desde nuestra mirada abordaremos el bienestar, desde un enfoque en capacidades dado que acorde a nuestra experiencia como Puntos de Encuentro, consideramos que es aquella perspectiva que agrupa todas las demás, dado que apunta a la idea de desarrollo, a un proceso de aprendizaje en el cual las personas pueden hacer y ser , esto es basado en el Modelo de Amartya Sen 1982, podríamos decir que es una teoría precursora a nuestra postura frente a la creación de culturas de bienestar. Esta línea teórica, hace referencia a las capacidades y habilidades que desarrollamos las personas para generar condiciones de bienestar, por lo cual también considera un vínculo con las oportunidades que se presentan y generan, el sentido que otorgan a sus vidas y el disfrute del proceso de desarrollo de propósito de vida ( Robeyns, 2005).

Es así como el propósito de Puntos de Encuentro de generar culturas de bienestar surge de la idea de potenciar en las personas el desarrollo de habilidades para la vida, en su amplia gama, queremos abandonar la concepción de conciliar trabajo y vida personal, vemos al ser humano como persona integral. Nuestra propuesta es que las personas abandonen la idea de que el trabajo esta fuera de su vida de disfrute, si no que el trabajo sea aquel lugar donde puedo disfrutar y estar en bienestar. Dicho esto, es que tenemos el primer foco de trabajo para generar una cultura de bienestar: las personas. Nos preocupamos de las personas porque somos quienes generamos las condiciones para desarrollarnos, tenemos capacidad de crear, de potenciar y cambiar. Las personas crean y conforman las familias, las empresas, sociedades y el mundo, somos el origen. Por esta razón que abordar el bienestar desde las personas, implica situar a las personas al centro de la operación, conocer sus relatos, sus necesidades y fortalezas entender que cada individuo es un ser único, de esta forma el bienestar de las personas impacta positivamente en el ambiente donde se desenvuelve. Y dado que el ambiente laboral es aquel espacio donde estamos en un 40% de nuestro tiempo, se torna relevante trabajar a su vez con las organizaciones en las cuales están vinculados. Siendo este nuestro segundo foco de trabajo en la creación de culturas de bienestar: las organizaciones.


En las organizaciones, quienes movilizan y permiten que las acciones se realicen son quienes las lideran, por lo cual el trabajo con los líderes es fundamental. Así se entiende que nuestro tercer foco de trabajo es el: liderazgo. Un liderazgo consciente y coherente, que permita el desarrollo de oportunidades, será la piedra angular de la creación de culturas de bienestar.


Nuestros 3 focos de intervención se relacionan e impactan mutuamente, por esta razón es que nuestra forma de intervenir es en distintos niveles organizacionales, aportando con integrar las diferentes iniciativas o acciones que se estén haciendo, con el fin de instalar Culturas de Bienestar sostenibles y no programas momentáneos de bienestar, no estamos en contra de los programas, cada iniciativa cuenta y suma, pero tiene el riesgo de ser moda y por lo tanto desaparecer a la siguiente temporada. Cuando nos referimos a culturas, es porque el propósito es generar cambios estructurales en el comportamiento organizacional, movilizar a las personas a establecer formas de trabajo en pro de un bienestar personal y colectivo. Todo esto con una convicción más profunda aun, esto es: personas felices hacen sociedades más felices.


Creado por Puntos de Encuentro


Referencias


OECD. (2020b). How's Life? 2020: Measuring Well-being, OECD Publishing, Paris, https://doi.org/10.1787/9870c393-en.


Robeyns, Ingrid. (2005). The Capability Approach: a theoretical survey. Journal of Human Development. Vol.6, N° 1.

 
 
 

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